EXTRAVIADO.
Por Seth Alvarez. Marzo 2008.
Un poco de arena, un poco de césped,
un poco de azul.
Vincent Van Goght.
-¿Porque lloras? –Preguntó la muchacha.
-Me he perdido –Contestó el pequeño.
Los dos se encontraban bajo un árbol frondoso. Atardecía. Las ramas se movían despacio, creando un ruido inusual. La
chica acarició tiernamente al niño.
-¿Donde vives?
-No lo recuerdo –Contestó.
Se hizo un silencio. El chico se sentó en
la hierba y observó el horizonte. Lloró. El mar y las montañas aguardaban a lo lejos.
-Todo esto es tan
hermoso –Murmuró mientras derramaba las últimas lagrimas.
-Si
que lo es –dijo la chica al sentarse junto a él.
-Recuerdo
a mi madre y junto con ella, el mar. Pero ella no tiene cara, fue hace mucho
tiempo -Comentó con una voz diferente.
La joven, se sorprendió al mirar al niño Se había transformado. Su rostro. Ahora, era el de un joven. Ella no dijo nada; se
recostó en la hierba y acarició el pasto.
-No
recuerdo a mi padre. He olvidado su rostro y no quiero recordarlo -Continuó el
joven.
-¿Te
hizo daño?
-No
lo recuerdo –Contestó–, solo escucho el sonido de campanas y sollozos. Todos
lloran. Yo no lloro.
La chica se levantó. Cortó una hoja, la
mordió y la saboreó. El joven ya era un adulto.
-¿Cómo llegaste aquí? –Preguntó la chica.
-Me
trajo la brisa. Vine en un caracol. No ves que estoy lleno de arena.
-No. No lo había notado. Cambias demasiado.
-Que
cosas dices. ¿Me ayudarias a encontrar mi camino? -preguntó el hombre.
-No
se a donde te diriges.
-Yo
tampoco -murmuró.
Decepcionado, se sentó con dificultad. La joven tuvo que ayudarlo. Era viejo, canoso, sin
fuerzas. Sólo sus ojos decían, que era el mismo niño que la muchacha había
encontrado bajo el árbol.
-Creo
que me quedaré aquí, me siento cansado.
La chica le tomó la mano, que le resultó
áspera, vieja y seca.
-Porque
sonríes? - Preguntó la joven.
-No
lo sé, me siento feliz – Murmuró el anciano.
Ella
apretó su delicado puño. Cerró los ojos. Las campanas de la iglesia repicaban a
lo lejos. Los barcos aullaban lastimosos.
La joven abrió su mano y lanzó cenizas al viento.
De la antología "Manual para escapistas"