viernes, 30 de septiembre de 2011


EXTRAVIADO.
Por Seth Alvarez. Marzo 2008.

Un poco de arena, un poco de césped, un poco de azul.
Vincent Van Goght.

-¿Porque lloras? –Preguntó la muchacha.
-Me he perdido –Contestó el pequeño.

     Los dos se encontraban bajo un árbol frondoso. Atardecía. Las ramas se movían despacio, creando un ruido inusual. La chica acarició tiernamente al niño.

-¿Donde vives? 
-No lo recuerdo –Contestó.

     Se hizo un silencio. El chico se sentó en la hierba y observó el horizonte. Lloró. El mar y las montañas aguardaban a lo lejos. 

-Todo esto es tan hermoso –Murmuró mientras derramaba las últimas lagrimas.
-Si que lo es –dijo la chica al sentarse junto a él.
-Recuerdo a mi madre y junto con ella, el mar. Pero ella no tiene cara, fue hace mucho tiempo -Comentó con una voz diferente.

     La joven, se sorprendió al mirar al niño Se había transformado. Su rostro. Ahora, era el de un joven. Ella no dijo nada; se recostó en la hierba y acarició el pasto.

-No recuerdo a mi padre. He olvidado su rostro y no quiero recordarlo -Continuó el joven.
-¿Te hizo daño? 
-No lo recuerdo –Contestó–, solo escucho el sonido de campanas y sollozos. Todos lloran. Yo no lloro.

     La chica se levantó. Cortó una hoja, la mordió y la saboreó. El joven ya era un adulto.

-¿Cómo llegaste aquí? –Preguntó la chica.
-Me trajo la brisa. Vine en un caracol. No ves que estoy lleno de arena.
-No. No lo había notado. Cambias demasiado.
-Que cosas dices. ¿Me ayudarias a encontrar mi camino? -preguntó el hombre.
-No se a donde te diriges.
-Yo tampoco -murmuró.

     Decepcionado, se sentó con dificultad. La joven tuvo que ayudarlo. Era viejo, canoso, sin fuerzas. Sólo sus ojos decían, que era el mismo niño que la muchacha había encontrado bajo el árbol.

-Creo que me quedaré aquí, me siento cansado.

    La chica le tomó la mano, que le resultó áspera, vieja y seca. 

-Porque sonríes? - Preguntó la joven.
-No lo sé, me siento feliz – Murmuró el anciano.

     Ella apretó su delicado puño. Cerró los ojos. Las campanas de la iglesia repicaban a lo lejos. Los barcos aullaban lastimosos. 

    La joven abrió su mano y lanzó cenizas al viento.

De la antología  "Manual para escapistas"

2 comentarios:

  1. hace varios años lei una historia en un concurso ,en manzanillo donde participaste ,me gusto,y esta publicacion tiene relacion con nuestros origenes manzanillo ,el mar,barcos ,pero creo que se entenderia mejor (los barcos pitaban como un aullido lastimoso)pero todo bien entras en la narracion que es lo importante,hacer conexion con la mente,abrirle los ojos..mi forma de pensar tnks.

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