Seth
Alvarez.
-¿Te
dan miedo los muertos? –preguntó el hombre, mientras el cementerio se hacía
cada vez más oscuro.
-Mejor deberíamos regresar, es
algo tarde. –contestó el muchacho con
algo de miedo.
-No, no. Dime ¿Qué te dijo tu
madre?
-Papá, ya olvídalo, fue solo un
sueño. Bueno, una pesadilla.
El hombre siguió su camino
meneando la cabeza de un lado a otro. -No
lo creo. Ella dijo que haría cualquier cosa por comunicarse conmigo.
-Basta, Papá. No debí decirte
nada.
El
muchacho se detuvo y dejó que su padre se adelantara algunos pasos. El hombre
dejó de caminar y dio media vuelta.
-¿Tenía sangre?
-¡Basta! He dicho que basta.
El
hombre parecía que no lo escuchaba. -Sólo dime
qué te dijo.
El muchacho notó algo de locura
en sus ojos, bajó la mirada y comenzó a caminar.
-Dijo que quería verte. -El
hombre sonrió y se encaminó junto a él. -Llevaba
ese vestido blanco, el que le puso la tía Alejandra. Todo parecía normal, sólo me incomodaron sus ojos. No tenía ojos.
El
muchacho volteó a ver a su padre, pero este no
le prestaba atención. El hombre miraba
las tumbas que se encontraban a su paso, contándolas entre murmullos. Se notaba
excitado. De pronto se detuvo y tomó al chico del brazo.
-¿Crees que me haya perdonado?
El muchacho, pensativo, jaló su
brazo para soltarse y continuar su camino.
-No lo sé, Papá. -musitó.
El hombre comenzó a caminar.
-Vuelve a contarme todo con
detalle. No te olvides de nada.
-Basta, Papá.
El hombre volteó, detuvo de nuevo
al muchacho y lo miró fijamente. -¿Y recuerdas en qué
postura se encontraba tu madre?
El muchacho abrió los ojos y con
una voz un tanto desquebrajada, apuntó a una esquina.
-Así, como ahorita.
El hombre dio la vuelta y
descubrió una mujer que esperaba sentada en la tumba. Llevaba un vestido blanco y le faltaban los
globos oculares; entonces, el hombre emitió un ligero quejido y cayó fulminado
al piso.
El Noticiero 30 de noviembre 2014
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